[EN] “No vendemos vinos, vendemos historias” - Hermanos Maturana
Con el fin de avanzar en el sistema de Denominación de Origen de Chile existente en nuestro país, Wines of Chile, en conjunto con el Servicio Agrícola Ganadero (SAG), concibieron tres clasificaciones geográficas adicionales: Andes (Cordillera de los Andes), Costa (Territorio anexo a la costa del Océano Pacífico) y Entre Cordilleras (depresión central) para seguir educando al trade, consumidores y educadores entorno a la vitivinicultura de nacional. Estas nuevas clasificaciones no fueron concebidas con el fin de reemplazar a las anteriores, sino para complementar con información adicional sobre la elevación, el suelo y las características climáticas de los territorios comprendidos dentro de las tres geografías distintas que dividen el país de oeste a este desde la costa del Pacífico, hasta el Valle Central y, finalmente, hasta el Montañas de los Andes.
Los Andes, la cordillera más larga del mundo, sin duda es uno de los factores que define la geografía de Chile creando una frontera natural oriental que se extiende desde el desierto seco del norte hasta el exuberante desierto del sur en la Patagonia. Con suelo sedimentario y brisa fresca de la montaña que se transporta desde una gran altura para descender hasta el valle; La cordillera de Los Andes proporciona frescor, control de temperatura y regulación solar. Dichos efectos climáticos ayudan a las vides a tener un proceso de maduración pausado, conservando la acidez en los frutos, generando vinos de muy buena acidez natural, excelente coloración y equilibrio. cada variedad.
La brisa fresca del Océano Pacífico al chocar con el vigorizante viento de la Cordillera de los Andes genera un particular y benéfico clima fresco en el área de la Costa, donde las variedades de vino blanco de Chile y tintos de climas fríos encuentran su punto óptimo de maduración. Gracias a la influencia de la corriente marítima de Humbold se produce un fresco entorno natural para la vitivinicultura, que acompañada de la mineralidad de los suelos y la presencia casi constante de niebla matutina, permite una lenta maduración de las uvas dando por fruto vinos extremadamente complejos y elegantes, con tintes minerales presentes y una alta acidez natural.
La vibrante viticultura de Chile se ha concentrado históricamente en el Valle Central, una larga franja de tierra enmarcada por los Andes hacia el este y las montañas de la Cordillera de la Costa hacia el oeste que encapsulan a «entre cordilleras» ofreciendo una multitud de terruños marcados por un clima mediterráneo, alta radiación solar, suelos sedimentarios y presencia de noches frías, que fomentan una vitivinicultura muy sana y la gestación de vinos tintos profundos y de carácter.
Durante la fermentación, la forma de huevo redondo permite una mezcla continua (debido a la liberación de dióxido de carbono y el calor liberado durante la fermentación), lo que permite que las lías o los sólidos de levadura permanezcan en solución y aumenten naturalmente la riqueza y la redondez del vino. Una exposición a niveles mínimos de oxígeno ayuda a que el vino envejezca gradualmente y mejore la sensación en boca en general, sin dominar la fruta y resaltando la mineralidad y la expresión real del terroir.
Una vez que se termina el proceso de fermentación, en donde un 15% del porcentaje final de nuestra mezcla pasa por huevo de concreto. La forma ovalada, le dará al vino una temperatura igualmente distribuida, además, un movimiento constante, sin necesidad de electricidad o de bombas, redondeando los taninos, que se van puliendo en las paredes porosas del huevo.
El barro es el material que desde la antigüedad usa el hombre para la elaboración de sus vinos. Lo que conseguimos con la fermentación y crianza del vino en nuestras tinajas de barro es la pureza de aromas y gustos de las variedades autóctonas de cada zona. La porosidad propia del barro permite la “micro-oxigenación” no interfiriendo en nada mas, también tenemos temperaturas mas regulares, muy importante en la crianza.
La historia Carmenere en Chile comienza, en el siglo XIX, la epidemia de filoxera casi eliminó todos los viñedos de Francia, forzando a los enólogos franceses a comenzar de nuevo con sus plantaciones de Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Carménère. Sus esfuerzos rindieron fruto y la gran mayoría de las cepas lograron resurgir, pero el Carménère no pudo adaptarse a los fríos primaverales y tempranas lluvias del otoño de Burdeos y se extinguió. Más de cien años pasaron y el Carménère revivió en la zona Central de Chile. ¿Cómo? Una década antes de que la plaga de filoxera afectara a Francia, unas pocas cepas de Carménère se sumaron a los enólogos europeos que emigraron a Chile en los alrededores de 1850. Sin embargo, esta cepa sobreviviente fue sembrada junto a plantaciones de Merlot y Cabernet y durante años el Carménère fue vendido como estas dos variedades. No fue hasta 1991 que el ampelógrafo francés Claude Vallat indicó que un tipo de Merlot producido en Chile no era para nada Merlot, pero no pudo identificar de qué cepa se trataba. Dos años después, Jean Michel Boursiquot, discípulo de Vallat, finalmente concluyó que la extraña planta en cuestión era Carménère, ¡una cepa que se creyó extinta durante un siglo!
Esta variedad, fue en la década de los 60’s la uva blanca más plantada en Chile, pero decayendo en su producción bruscamente en décadas posteriores y pasando por un período de olvido. Hoy sin embargo, esta variedad ha comenzado un verdadero redescubrimiento de su identidad en Chile, presentándose por parte de las bodegas nacionales una nouvelle vague de esta variedad. Vitivinícolamente, es bastante resistente a las enfermedades, excepto en lo referente a la podredumbre. La uva madura pronto, adquiriendo un tono rosado en climas templados. Es una variedad de uva con muchos usos: se pueden elaborar vinos secos o dulces. Además, el Semillón tiene la virtud, junto al Riesling, de pudrirse noblemente transformándose en una de las variedades blancas con mayor potencial de guarda.
La cepa País llegó a Chile junto con las misiones españolas en el siglo XVI. Los misioneros españoles necesitaban un vino para celebrar la misa. Un vino que pudiera conservarse durante todo el año, sin perder sus cualidades. Y la cepa País fue la elegida para evangelizar al Nuevo Mundo. La cepa País es una cepa rústica, que crece en climas adversos, por lo que se caracteriza por ser una variedad resistente. Se ha desarrollado en la zona centro-sur de Chile, secano interior que parte al sur de Santiago y termina a la altura de Yumbel, en el área del faldeo de la cordillera de la Costa, terruño que ha sabido guardar viñedos centenarios de más de 200 años de antigüedad y aún activos productores de uvas y que desde hace algunos años han visto una revancha y gran interés por parte de la prensa y consumidores.
La viticultura americana se extendió desde los orígenes de la colonización española hasta mediados del siglo XIX. Cabe destacar que el proceso de introducción de variedades francesas a partir de mediados del mismo siglo, se produjeron cambios profundos en la valorización de las primeras cepas varietales introducidas por los conquistadores y congregaciones religiosas, como...
La cepa País llegó a Chile junto con las misiones españolas en el siglo XVI. Los misioneros españoles necesitaban un vino para celebrar la misa. Un vino que pudiera conservarse durante todo el año, sin perder sus cualidades. Y la cepa País fue la elegida para evangelizar al Nuevo Mundo. La cepa País es una cepa rústica, que crece en climas adversos, por lo que se caracteriza por ser ...